Amarres perros (Spanish Edition), by Jorge G. Castañeda
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Amarres perros (Spanish Edition), by Jorge G. Castañeda
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«En tres palabras, allí estuve por pragmático, por demócrata y por caliente.»
«Mi problema siempre ha sido el timing: me equivoco en el momento de tener razón.»
Amarres perros es el testimonio biográfico de un protagonista de la vida política e intelectual del México de nuestros días, que desempeñó un papel relevante en el camino hacia la democracia en este país y que no sólo ha sido testigo de grandes acontecimientos a nivel nacional e internacional, sino también participante. Jorge Castañeda relata cómo fueron sus años formativos, su entorno familiar y afectivo, sus mentores y los diversos aprendizajes que lo convirtieron, sucesiva o simultáneamente, y de modo temporal o para siempre, en académico, escritor, militante de la izquierda, canciller, padre obsesivo, candidato independiente a la Presidencia, lector compulsivo, polemista y hombre polémico, miembro destacado de organizaciones internacionales...
El tono de esta obra no es autocomplaciente; su autor es un severo juez de sus decisiones y de su estilo de vida. Por estas páginas desfilan personas renombradas como Carlos Fuentes, Adolfo Aguilar Zínser, Carlos Salinas de Gortari, Fidel Castro, Colin Powell, Vicente Fox, Carlos Slim, Gabriel García Márquez y Elba Esther Gordillo, y sucesos intrincados y tan interesantes como las repercusiones del TLC, el viraje en la política mexicana de relaciones exteriores, el movimiento estudiantil del 68, los delicados equilibrios entre naciones, la odisea de los refugiados guatemaltecos en los años ochenta, el famoso “comes y te vasâ€?, diversas campañas hacia la Presidencia y los controvertidos comicios electorales de 1988.
Por su amenidad, leer esta autobiografía es como tener una serie de conversaciones con Jorge Castañeda, y conocer también sus amores, manías, debilidades, su ambición por el poder, su entorno íntimo y familiar. Es conocer una vida intensa, de trabajo incansable. Es conocer a un hombre de su tiempo, que también es el nuestro
ENGLISH DESCRIPTION In Dog Tethers, Castañeda tells us about the movement of ’68, his years in Paris, and his meeting and friendship with Carlos Fuentes and García Márquez, about whom he says, I thought I had been his friend, when I never actually was.” He discusses important people and topics both in the national and international scene: Elba Esther Gordillo, the TLC, and Cuba and the Castros, as well as Salinas de Gortari, the 1988 electoral scandal, Fox’s campaign, his nomination as Secretary of Foreign Affairs, the Iraq war, and the famous eat and leave.” Amarres perros (Spanish Edition), by Jorge G. Castañeda- Amazon Sales Rank: #982329 in Books
- Published on: 2015-05-26
- Original language: Spanish
- Number of items: 1
- Dimensions: 9.40" h x 1.70" w x 5.90" l, .0 pounds
- Binding: Paperback
- 552 pages
About the Author Jorge G. Castaneda is the author of several books, including "Perpetuating Power, The Mexican Shock" (both published by The New Press), and "Utopia Unarmed". Having served as Mexico's foreign minister from 2000 to 2003, he is currently Global Distinguished Professor of Politics and Latin American Studies at New York University. He divides his time between Mexico City and New York City.
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7 of 7 people found the following review helpful. Las múltiples vidas y frustraciones de Jorge G. Castañeda By Sergio Negrete Cardenas Entre aquellos que se interesan por el acontecer nacional, al menos a una buena parte le "cae gordo" Jorge G. Castañeda. Al parecer la impresión tiene amplio sustento real, dado que el autor se refiere en varias ocasiones a su arrogancia, tanto intelectual como en interacción con otros individuos.Lo que no debería ocurrir es que por "caer gordo" uno deje de leer Amarres Perros (el título es de las pocas cosas pésimas del texto, junto con fotos e imágenes demasiado pequeñas). Castañeda presenta un fascinante retrato de sí mismo y sus tiempos. Con 61 años aparentemente decidió que ya no tiene cumbres que alcanzar y optó por contar su historia.Lo que trasluce del texto es un hombre muy ambicioso y muy frustrado. Castañeda no alcanzó la cumbre política por la que suspiraba: la Presidencia de la República. Logró emular a su padre y ser titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), sólo para descubrir que circunstancias externas (los ataques terroristas de Septiembre 11, 2001), personales (su incapacidad de hacer equipo con otros miembros del gabinete presidencial de Vicente Fox) e institucionales (SRE tiene relativamente poco impacto, evidentemente, en cuestiones internas del país) hacían imposible que fuese un trampolín para la presidencia que tanto anhelaba. Renunció pronto (poco más de dos años en el cargo) para tratar de construir una candidatura que nunca despegó.Si el paso por SRE resultó frustrante, el resto de su vida profesional lo fue mucho más. Amarres Perros presenta detalladamente esas aspiraciones casi nunca alcanzadas. El texto muestra a un estudiante brillante y bastante flojo con estudios amplios, pero en ciertos casos (destacadamente de economía) poco profundos. Quizá era demasiado esperar que las tesis de licenciatura de Princeton o de doctorado en Francia (doctorado de tercer ciclo, muy inferior a un doctorado de Estado galo y más bien equivalente a una maestría) se convirtieran en textos de avanzada, como ansiaba su autor. Primera frustración de envergadura.En París Castañeda ingresa al Partido Comunista Francés, y regresando a la patria se trasvasa al Partido Comunista Mexicano, la única ocasión en que sería militante con carnet de un partido nacional. Renuncia cuando no puede convertirse en uno de sus principales dirigentes. Segunda frustración.De ahí Castañeda mejor se transforma en Asesor Estrella de su papá, entonces titular de la SRE. Castañeda argumenta que no tuvo tanto ascendiente sobre su progenitor como proclaman otros. Es ciertamente posible, aunque con todo se puede concluir que Jorge père tenía tan elevada impresión de su hijo como el propio Jorge fils, entonces con 26 años. Ciertamente era un sexenio, el lopezportillista, en el que campeaban los orgullos del nepotismo (al menos el asesor lo hacía de a gratis, pues no cobraba del erario). Castañeda (hijo) se centra en apoyar a la guerrilla centroamericana, sobre todo la salvadoreña. Fue uno de sus momentos cumbre, aparentemente sin frustración.Acaba el sexenio de López Portillo. Castañeda padre amarra buena embajada, pero su hijo queda desempleado. Castañeda hijo se revela (y rebela) como analista y opinador en Estados Unidos. Su multiculturalidad lo proyecta como un duro crítico de México desde (como dirían sus ex compañeros comunistas) la capital del imperio yanqui -la mezcla ideal para enardecer a los funcionarios del gobierno mexicano. Castañeda se reinventa y con evidente éxito, pero en todo su texto hay una clara tirria hacia los comentócratas. Brilla, irónicamente, en un oficio que en muchas ocasiones desprecia. Tercera frustración.Pero Castañeda evoluciona en Estados Unidos, pasando en muy pocos años de comunista y apoyador de guerrillas a una especie de liberal en el terreno económico (aunque hasta hoy se ubica en la "izquierda"). Presume (probablemente exagerando mucho) que sus escritos de la época (a partir de mediados de los 80) representan una columna de avanzada sobre lo que sería el programa de modernización económica aplicado en México, sobre todo por Salinas. Una lástima porque el texto de Castañeda es mudo sobre la revolución intelectual que debió sufrir en su interior. No hay nada en el libro que explique el impresionante salto olímpico, lo que representa un gran hueco en la autobiografía.Al frustrado comentócrata lo calienta el poder (expresión de Castañeda) y lo busca. La frase al respecto es "En tres palabras, allí estuve por pragmático, por demócrata y por caliente". Ya se había transformado en pragmático ideológicamente hablando y su estancia en SRE al lado del padre probablemente desató la calentura que persistiría por décadas (y probablemente hasta hoy): no comentar o enseñar, sino hacer.Lo de alegarse demócrata es peculiar, por decir lo menos (entonces y desde entonces). De regreso en México, Castañeda se pone a coquetear con Carlos Salinas de Gortari, por intermedio de José Córdoba Montoya. Sin duda un gesto de pragmatismo y calentura por el poder, pero de dudosas credenciales democráticas.Sin embargo, Castañeda acaba por gravitar hacia Cuauhtémoc Cárdenas. ¿Vio la luz democrática? No, lo que vio fueron las masas que vitoreaban al hijo del Tata en La Laguna. Impactado por el arrastre popular del michoacano, Castañeda cambia su apuesta... y pierde. Al año siguiente rehúsa afiliarse al PRD, y las elecciones federales de 1991 lo convencen que no es un partido ganador, y que Cárdenas tampoco lo será en el futuro. Cuarta frustración.Castañeda se consuela volviendo a los terrenos que le son familiares: el análisis y la comentocracia, ahora denodadamente contra el Tratado de Libre Comercio de América del Norte que negocia la administración salinista. Una vez más, su habilidad (y contactos que ha desarrollado en Washington) lo catapultan como comentócrata estrella en México. Sin embargo, de nuevo, no es lo que busca.Lo que es claro es que Castañeda tiene calentura, pero ya no puede quemarse buscando ingresar a la órbita del PRI. Ahora sí le conviene ser demócrata. Un foro que crea (apoyado mediáticamente por Salinas) es el Grupo San Ángel, foro pletórico de intelectuales y no intelectuales con calenturas similares. Ello es fundamental porque conoce a Vicente Fox Quesada (a quien nunca nadie podrá acusar de intelectual), iniciando una relación que eventualmente lo llevará al ansiado poder.Su crónica de su paso por la SRE es ciertamente fascinante, pero hay huecos peculiares. No hay referencia alguna al pueblerino ofrecimiento foxista de mediar entre las Coreas (nada serio, pero habría sido interesante conocer los entretelones) y, más grave, Castañeda comenta que la ejecución de un mexicano llevó a Fox a cancelar una visita a Estados Unidos. Lo que no dice es que era una visita al rancho de George W. Bush en Crawford, Texas. De nuevo, los entretelones de esa ofensa (que no ofensiva) diplomática quedan sin explicar. Otras crónicas que brillan por su ausencia son las batallas dentro del gabinete Montessori de Fox. Lo único que queda claro es que a Castañeda le encanta meterse en política interna (lo que enfurece al Secretario de Gobernación, Santiago Creel) pero se enchila ante la mínima intromisión de Creel en cuestiones externas.Antes de renunciar a la SRE, Castañeda buscó que Fox lo pusiera al frente de otra Secretaría, al parecer Educación Pública. Nunca sabremos si habría brillado en ese u otro cargo de primer nivel; la oportunidad sólo llegó una vez. Ya no hubo partido que lo apoyara. Ni siquiera su amiga Elba Esther Gordillo le prestó el membrete del PANAL. La estrategia alternativa fue interesante: proclamarse adalid de las candidaturas independientes. Sin duda una credencial democrática, aunque más bien construida desde el pragmatismo y la calentura. No funcionó y fue la quinta frustración.Coqueteó con Calderón, no en campaña (cuando parecía que perdería) sino ya como el ganador de la elección presidencial. Sus servicios no fueron requeridos a nivel de Secretaría de Estado. Exactamente lo mismo ocurrió cuando se acercó a quien se perfilaba como el caballo ganador años después, y efectivamente lo fue: Enrique Peña Nieto. Sexta y séptima.¿Cómo habría sido un presidente Castañeda? Nunca se sabe, por supuesto, pero su autobiografía no da mucho terreno para el optimismo: arrogante y con la certeza de que sabe mucho de muchas cosas, habría sido metiche a más no poder con sus ministros y siempre dispuesto a culpar a otros (individuos o factores externos) por sus fallos. En el arranque del sexenio foxista buscó destruir al PRI, detalla en Amarres Perros, prácticamente proponiendo detectar y chantajear (obligándolos a ceder a las demandas foxistas a cambio de no meterlos a la cárcel) a los corruptos que se pudieran detectar por todos los medios posibles. Lo que trasluce, pues, no es un demócrata convencido, sino un autoritario que busca fines por todos los medios. Su escrito muestra a un potencial Presidente que habría tenido metas loables pero sin las políticas y estrategias para alcanzarlas.Hay fallas graves en la autobiografía castañedista: la falta de anécdotas (chismes) interesantes y, relacionado con ello, el análisis de las numerosos personajes públicos con las que se ha codeado. Uno se entera por su texto que Carlos Salinas lo pone tenso, que Elba Esther Gordillo le rentaba un departamento en Polanco (caro, pero inferior al precio de mercado) o que Gabriel García Márquez era menos cuate de lo que pretendía. Desnudó al dedazo mexicano en un libro de entrevistas magistral (La Herencia) pero no dice nada en su autobiografía sobre sus entrevistados: nada menos que los cuatro expresidentes que entonces vivían. Menciona "La Herencia", sí, pero para presumir que fue un best seller y destacar su impacto mediático.Así, el índice onomástico es, pues, nutrido, pero los análisis de personalidades ralos y breves. Si habla de alguien es sólo con referencia a su propia persona. El análisis es escasísimo sobre personajes con los que tuvo larga y entrañable amistad (Adolfo Aguilar Zinser) o con los que tuvo que tratar de forma intensa (Fox o Santiago Creel entre muchos otros). Al único que analiza con cierta profundidad desde su óptima personal es a Fidel Castro (para dejarlo como lazo de cochino). Otra falla fundamental es la referida ausencia de auto-análisis sobre la evolución del comunista al pragmático económico de tintes liberales. En ese sentido, Amarres Perros es un obvio ejercicio de egolatría (como toda autobiografía) sin la introspección profunda sobre el personaje central (por esas fallas e insuficiencias son las cuatro estrellas).Castañeda cierra alegando que es muy feliz a pesar de tantas frustraciones. Viaja, come, bebe, escribe libros y goza al hijo que ama profundamente (el texto ciertamente muestra a "la versión masculina de una madre judía", frase del hijo y nieto de Cancilleres). Da clases y opina, no porque le fascine, sino porque le pagan bien. Proclama, pues, estar contento. Quizá, pero habla tan poco de Peña Nieto que deja la sensación que prefiere no molestar al actual Presidente -no sea que se puedan ofrecer sus servicios en el gabinete. Hace pensar que la calentura puede dispararse en cualquier momento y que una de las últimas oraciones de su libro, Je ne regrette rien (no me arrepiento de nada), es más falsa que un billete de dos pesos.
2 of 2 people found the following review helpful. Un libro necesario para entender por qué México no logra ... By Eric Un libro necesario para entender por qué México no logra despegar. Por desgracia queda muy claro a través de múltiples descripciones que los responsables de la política tienen agendas personales y partidistas -y unos poca honestidad, otros un nulo talento para hacer el trabajo- que terminan por evitar que el país progrese. Hay datos sumamente interesantes y sobre todo a muchas personas de izquierda (perredistas, petistas y acólitos de Castro) seguramente les causará enojo la visión que tiene Castañeda de ellos: son unos mediocres. Lo triste es que con varios hechos y datos duros tiene un sustento importante de esta afirmación. Del PRI no podemos esperar más que corrupción y mezquindad. Del PAN, me parece que cobardía es lo que más se percibe. Aún así, al final del libro, en lo que respecta a Calderón me parece que su diagnóstico es medio simplista y no ofrece información tan contudente como en otras ocasiones. Es normal, ya no era parte del primer círculo desde el 2004 y las cosas cambiaron mucho a partir de ese año en lo relativo a la violencia, en particular Michoacán. Es una lectura obligada para el que quiera conocer la historia desde los tiempos de Echeverría, pasando por el monumental fraude de 1988 y por supuesto, las elecciones del 2000 y los primeros años de Fox. Hay quienes no soportan a Castañeda (por presumido y soberbio supongo) pero nadie le puede negar que es sumamente inteligente y claro en sus idea, eso se agradece.
1 of 1 people found the following review helpful. Dog days and democracy By Breakingviews Two Mexicos often seem to coexist, one an insular land of hard-to-kill monopolies in politics and business, the other more outward-looking, embracing modernity, competition and even the United States. In his autobiography, “Amarres perros,” prominent academic and former Foreign Minister Jorge Castañeda recounts a life spent trying to bring the second Mexico to the fore.The title of the book, which is not yet available in English, resists translation. “Fierce Ties” is the least worst version, according to the author. It is a pun on the Mexican movie title “Amores perros” (“Love’s a Bitch,” approximately) and speaks to visceral bonds with homeland, loved ones and ideas, unbreakable even in times of distress.For anyone interested in better understanding the $1.2 trillion economy with which the United States shares a 2,000-mile border, a free trade pact and powerful demographic links, “Amarres perros” provides a fascinating window into Mexico’s inner workings. It is also a bracing critique that suggests where the country’s best future lies.The author is a trilingual Princeton and Sorbonne-educated thinker and pundit who teaches part of every year at New York University. In the 1980s and 1990s he contributed significantly to dismantling the grip on power of Mexico’s powerful Institutional Revolutionary Party (PRI), advising first a leftist candidate, Cuauhtemoc Cardenas, and then conservative businessman Vicente Fox on their presidential campaigns.Seeking to end the PRI’s decades of one-party rule, which were once described by Peruvian novelist Mario Vargas Llosa as a “perfect dictatorship,” Cardenas lost in 1988, according to official results, though an electoral computer “crash” and other shenanigans when early tallies showed him ahead cast some doubt on the true outcome. Fox then won in 2000 and made Castañeda his foreign minister.In office, Castañeda sought to dump what he saw as outdated narrow nationalism and place U.S.-Mexican relations on a new footing. He succeeded in doing away with an annual requirement that Uncle Sam certify Mexico as a suitably vigorous ally in the war on drugs, deeming it farcical and humiliating. He also made considerable progress toward clinching a bilateral deal on immigration. Then the attacks of 9/11 took place, and the attention of George W. Bush’s administration shifted elsewhere. More than a decade on, such a deal is still elusive and necessary on both sides of the border.Stymied on immigration and in his wish to make Fox’s tenure more transformative - by pursuing past PRI corruption more forcefully, for example - Castañeda left government in 2003 for an ultimately unsuccessful independent run at the Mexican presidency in 2006. He is at his best describing the squabbles and skulduggery of Mexican politics and international diplomacy, his dealings with individuals, both principled and slippery, on all sides, and the exhausting road trips to far-flung corners of Mexico during his presidential bid.Sometimes, to use a soccer metaphor Castañeda deploys several times, the ball gets through but the man doesn’t. Quite a few of his ideas for a more modern Mexico have at least partly found their way to reality. All the work with like-minded thinkers and years of advocacy have had some effect.His central theme is the need to end monopolies. Castañeda contributed to the biggest triumph, getting the PRI out of power after seven decades in 2000. The party has since returned, half-modernized, under current President Enrique Peña Nieto. The list of partial successes does not stop there, thanks to some degree of cross-party agreement. It includes judicial reform; a shake-up of the telecommunications industry; an opening to foreign investment in the oil industry, once thought impossible on nationalist grounds; and new anticorruption laws. However, full implementation of all these reforms will yet take years.Now in his early 60s, Castañeda is not a man to suffer fools gladly, and his public life at times seems to have consisted of one feud after another, with allies and enemies alike. The book’s epigraph suggests indeed that he thinks a man without enemies has wasted his life. He may have burned too many bridges to be asked back by any future Mexican government. Or he may now prefer the less frenetic lifestyle of a respected academic and commentator. If so, the country will be poorer for it.Although Castañeda publishes widely in English on Mexican topics, his autobiography has not yet been translated. That’s a shame, as this book, perhaps in a shortened form, would be valuable to readers well beyond the Spanish-speaking world.- Martin Langfield
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